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Son
las letras que componen un poema
oyen
como fluyen los versos.
Deberían venir, como hacen siempre,
nacaradas del sueño que borda en las palabras
una musa temprana con juventud fingida.
Pero esta noche, no,
porque busco bajo mis soledades
algún destinatario capaz de comprender
mi universo, mi sentir provinciano.
No hay vergüenza al decirlo,
ni tampoco lesiones al orgullo
cuando soy el perfil de la única sombra
que tilda el alfabeto de mis dudas.
Acaso seas cómplice de mí,
o luz en tu conciencia,
tal vez sepas leer entre estas líneas
ojos de amanecer en el olvido,
las huellas invisibles que la inocencia deja
cuando la Poesía
es dueña iluminada de su historia
y sella el destino con silencio.
Manuel M. Barcia