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Te inspiras en la voz de mis palabras,
en su lento fluir hacia el olvido,
las sílabas de luz que fueron sólo un grito sobre el aire
cuando el verbo era sombra.
Y escribes en el génesis de mí
universos amables
con rimas de un poema venido de los sueños.
Cosecha en sus raíces si tú quieres
la vena que recorre mis secretos,
y déjala crecer,
como un gen transgresor de mi conciencia
que invade lo infértil de otra sien.
Y plágiame otra vez,
refleja lo ilusorio de mis versos
en perlas enjauladas de papel,
mientras yo escribo mares,
silencios en la lluvia
y mundos seculares de belleza
que nunca encontrarás
a pesar de tu olfato en mis visiones.
Manuel M. Barcia
La casa
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Hoy visitamos la casa
en la que vivió tu madre
siendo niña.
Otra ciudad, otro mundo.
Está en una calle de la zona antigua,
muy deteriorada por ...
Hace 10 horas
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