En el nido del ave-sideral,
los días finalizan por costumbre,
despertando los sueños en la cumbre
con trinos del crepúsculo abisal.
Hay restos de nostalgia en manantial
que fue, como la noche, certidumbre
pactando ese silencio que vislumbre
un mar de amaneceres de cristal.
Con frágiles sonidos de salida
sus cánticos de música y belleza
son violines de luz hacia la vida
Y contempla la opaca despedida
del fuego que se oculta en la maleza,
dejando su pasión allí perdida.
Manuel M. Barcia
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Hace 3 horas
2 comentarios:
Precioso soneto que me ha encantado disfrutar.
Un beso de sueño volador
Ana
Gracias por dar vida a este pájaro crepúscular, Ana.
Un abrazo grande
Manuel
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