Sentada en la rutina,
como un reo del fuego que purga su condena
ardiendo en las arenas del desierto,
inventa en sus raíces
un vuelo hacia ingrávidos parajes
viajando sus anhelos
por escenas de siglos sin materia
En los brazos del viento
olvida las orillas encendidas
que fueron la quietud de su misterio
Y mientras la pirámide delira,
el sol hace lo eterno inasible
en la cúspide plena de silencio,
como un sueño en su brújula de ausencia
que mira sólo al cielo.
Manuel M. Barcia
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Hace 3 horas
2 comentarios:
Sí, las pirámides deliran y nos permiten ver otras realidades, Manuel.
Muy buen tema y desarrollo.
Un beso de lluvia
Ana
La soledad, a veces es viajera, meiga.
Gracias por tu huella.
Un beso
Manuel
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