lunes, 29 de noviembre de 2010
SIN BATUTA DE DIOS
Tengo el espíritu desencantado,
errante, vagabundo,
como si pretendiese
cambiar de partenaire,
o incluso de osamenta;
mudarse de lugar cuando no existo.
Y escribo en soledad cosas de nadie;
todos los desvaríos
capaces de una mente atormentada
donde afinan la voz los disidentes
sin batuta de dios, todo artesano.
Disculpen mi torpeza,
mi críptica visión de la monotonía.
Al fin sólo es ayer
cavilar el mañana
cuando el alma sopesa las quimeras
y el silencio te atrapa...
Manuel M. Barcia
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