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viernes, 19 de noviembre de 2010

EL PARTE DE LOS SUEÑOS CON SINIESTRO



Surcando a contravuelo mi destino,
un sueño con señales imprecisas
me hizo comprender
lo absurdo que resulta conducir
empañando el silencio en los cristales
por rutas torturadas de prohibido.

Un acto imprevisible de locura,
volcó mi fantasía
en pos de un escenario con paisajes,
donde tras un rosario de improperios,
insultos y amenazas,
floceren madreselvas en ámbito feliz,
lejos de la querella.

Y lo que antes era
entorno tan hostil por compañía,
tornóse la visión de un mundo diferente,
sin bruma ni quejidos de sirenas.

Y pude simular con mi mirada
un espejo apostado
a modo de voyeur.

Y un ojo bajo sombra
que luce siempre a juego
el hermoso semblante
de un rostro embellecido
con rímel y carmín
que flota cuando ríe, aromas de chanel.

Acaso en la razón de mi delirio,
había una ordenanza de costumbres,
esclava de sí misma,
sintiéndose mujer,

antes de que muriese su reflejo
en las luces de otro que llegaba,
ajeno a la distancia por detrás,

que a mi espalda embestía.



Manuel M. Barcia

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