Un rito del amor divaga en la sombra y nos concierne.
Antaño sacramento entre nosotros
y apenas un extraño actualmente
con la imagen de ti en mi memoria.
En esta invocación
no existen alabanzas a los sueños
ni cielos con antiguos despertares.
Ayer éramos luz,
inefable presencia del motivo
que comulga en el credo de la fe
lo que dictan pulsiones de los enamorados.
Se muda lo irreal
- que fue cierto y convexo -
y sólo hay lucidez en las sordas entrañas del olvido,
estéril, sin fortuna,
como un trébol con hojas de cristal,
mi gota de mercurio
ahogada en el silencio.
Manuel M. Barcia
4 comentarios:
El misterio...
Un poema precioso, Manuel.
Un beso de meiga
Ana
Jolín, precioso en verdad¡¡
Un abrazo.
El hechizo de la luz...
Gracias por venir, meiga.
Un beso
Jopé! (sonrosado de verdad)
Gracias por leerme, Perfecto.
Un abrazo grande
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