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Nunca dije que fuera un ser perfecto
ni que mi realidad
-su trémulo sentir-
se abrace con la fábula en silencio.
A veces giro insomne la retina,
proyecto las imágenes de ayer
y ensancho los perfiles de los sueños
al origen de ti,
cuando eras el tiempo asilvestrado
y yo la edad salvaje que trepaba las sombras de la hiedra.
Allí somos aún,
después de haber surcado
senderos invisibles de la noche,
intacto todavía el corazón
que latió nuestro amor por vez primera
y un grito agonizante de la luz
llorando entre jazmines.
Allí, jardín en flor, ahora pisada,
fuimos casi un poema.
Manuel M. Barcia
El deslumbramiento
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El canto en las arterias que agita la sangre
con melodías que bullen
como ángeles festivos
por el andén de mi cuerpo.
Un ardor de llama en la lu...
Hace 2 horas
2 comentarios:
Me atrevería a decir que sin casi. Este es un poema, y de los buenos.
Un abrazo, Manuel.
Hacía tiempo que no tenía el placer de tu visita, Pefecto.
Gracias por venir.
Un abrazo
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