Antes de que fuéramos
la luz desparramada del olvido.
Incluso mucho antes
del semen que da origen a la lluvia
y se fragua en el fuego;
mi amor sabía de ti.
Sabía que no existe la alegría
si llega el desencuentro a los finales
rindiendo su calor en abismos de ausencia.
Sabía del recuerdo de tu piel.
Del paisaje desierto
que asola cada instante de la duda
cuando el tiempo detiene los relojes
entre sombras de velas que no arden
y muestran en penumbra tu quietud.
Sabía cuánto duelen las palabras
escritas con el alma en un poema
burlando la impostura de matices
que conducen los versos
hasta un final feliz.
Ahora sólo quedan,
las sílabas vitales del silencio
latiendo el corazón de las estatuas.
Manuel M. Barcia
2 comentarios:
Sensacional, Manuel.
Un abrazo de meiga
Ana
Es una gran alegría saberte en estas letras, meiga.
Gracias por dejar tu huella aquí.
Un beso
Manuel
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