A CristinaEn ese devenir que acontece
cuando educas mi esfera de atención
con tareas de sueño,
mis niveles de alerta
toman las decisiones del entorno
sin más razonamiento
que una brusca reacción
cuando muestras desnudo
tu perfil tan sensible de mujer.
Y entre impactos, lesiones y accidentes,
puedo ver a una niña
pidiéndole a Melchor que la incluyese
en el tiempo de magia
que mantiene alejados los relojes
de reinos fabulosos con bello amanecer.
Y cuento siete enanos en la sombra,
como si Blancanieves
saliera desde adentro del espejo
sembrando de ilusión mis emociones.
No cabe moraleja en mi relato.
Mañana he de aprender
algo más sobre tránsitos de riesgo
y como prevenir la inminencia
que advierte luctuosos desenlaces.
Seguiré mientras tanto
los vuelos de tu traje de flamenca,
por si hubiese un suicida en el volante,
por si tengo que usar en prevención
tu alegre avisador de castañuelas,
o las palmas que tañen el cráneo del oído
con caricias de buenas intenciones.
Manuel M. Barcia
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