sábado, 8 de enero de 2011
ÍDOLOS DE BARRO
Tengo una colección de ídolos de barro.
Merced de las intrépidas conquistas
plegadas en dolor y cicatrices
cuando la soledad toma el asiento
en su arqueología.
Me duele la memoria al contemplarlos,
rodeados de laureles,
tan cerca de utopía,
tan lejos de saberse desterrados.
Bastaba que al final de su destino
el viento enarbolara su recuerdo
sin hierba ni seísmos,
acaso el alma quieta,
el esqueleto solo,
y polvo acristalado en mi ventana.
Manuel M. Barcia
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2 comentarios:
Pues con el barro, ya seco, volverlo a macerar en agua, volverlo tierra y desde ella y en ella, sembrar la palabra y dejar los ídolos muertos. ¿hace?
Concha dixit.
Pues con unas almendras molidas, una clara de huevo y una coccíon de miel a fuego lento, se puede convertir en un turrón exquisito.
No sé si esta receta, hace, o viene a cuento, pero está de rechupete cuando la hago en mi supertermomí.
...Aunque mejor, sembrar en tierra la palabra y dejar los ídolos muertos, sí.
Gracias por tu paso, Concha.
Un abrazo
manuel
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