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Ni la luz destellante del relámpago
que arde arrepentido en la tormenta,
ni el último vestigio del naufragio
que aún viaja en olas de nereida,
ni la rebelión de las palabras
en la acústica sonora
del eco misterioso del silencio,
serán señal del extinguido germen
que atrapa al vértigo
en la quietud del invierno.
Desparramado en átomos oníricos
divisaré en la sombra de tu ser
todo el resplandor del centro de pasión.
Y de nuevo te veré
en tu cuerpo de mujer,
que es llama e ilumina
el último delirio.
Y no dejes que se apague el deseo
en la ficción del sueño
que duerme en el solsticio de verano.
Manuel Martínez Barcia
En el oído de las noches
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Me robaron las lágrimas
El día que te vi partir
Al cielo,
Desconocido mundo
Del sentimiento
Ahora
Estoy desnudo
Esper...
Hace 8 horas
2 comentarios:
Poema polimétrico muy bello. Cadencia, musicalidad y sentimiento en estos versos entregados al amor. Hermosa petición la que realizas con suavidad. Un poema delicioso, Manuel.
Un abrazo desde la poesía
Ana
Quedo atrapado en el eco de tus palabras, Ana.
Gracias por surcar los Mares de Nereida.
Un beso
Manuel
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