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domingo, 21 de septiembre de 2008

LATIDO

*
Son las cinco de una tarde cualquiera,
en la hora que da luz a la vida
y da muerte al porvenir de otros días
por más que el oráculo pronuncie lazos de amor.

No me preguntes en gritos lejanos
por qué la sangre se abre paso a ciegas
entre pausas de memoria extinguida
en el ojo abierto de una mirada.

Nunca quise saber más allá de mí,
del símbolo que escribe en un poema
la imagen de los besos
en el breve escenario de otra lengua.

Los sonidos no cambian, permanecen
en aquellos lugares donde sólo se escuchan
las formas de la música en silencio.

Y la voz del agua clama tu cuerpo
que gime en el fondo de su desnudo
melodías de placer.

De nuevo en tu vientre hundo el deseo,
que navega hasta el sur de los canales
y avanza por el aire de la noche
perdiéndose en los versos de un latido.




Manuel Martínez Barcia

2 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

El deseo siempre es salvaje e indomable, como tu espíritu de lobo, Manuel.

Un beso salvaje
Ana

Unknown dijo...

Latidos de bruma entre la hojarasca otoñal, Ana.

Memoria que juega a ser vencida en la ruta que traspasa el laberinto del olvido.

Gracias por gritar la música de tu corazón silente.


Un beso relámpago
Manuel