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martes, 23 de septiembre de 2008

UN EMBRUJO DE FUEGO

*
Acaso en el éter de un suicidio
prorroga aún la risa su inocencia
otorgada por duendes ilusorios
que acarician la esencia de la nada
en su orilla de silencio de ficción.

Las normas del misterio en lo ignorado
se mezclan con la angustia
en su bruma de ajustada exactitud.

Y busco en la memoria del olvido
narcóticos momentos de locura
capaces de conciencia pasajera.

Las voces del mar.
Los ecos que resuenan
como gritos que pronuncian la verdad
con mentiras de fábula y leyenda.
Leyendas de la nada
que nada en realidad es su destino.
Las voces del destino
que mecen el enigma del secreto
en su oleaje de eterno fluir.

La mágica visión de lo invisible
que aspira a ser sueño en el ensueño.

Un embrujo de fuego
del viento que camina en el no tiempo.

El tiempo en el futuro que se quema
en el instante de un quizá.






Manuel Martínez Barcia

3 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

Tu palabra siempre es mágica, en la realidad y en la ficción. En la certidumbre y en la incertidumbre.

Ojalá el tiempo te haga recuperar todo lo que tú más desees...

Un beso grande
Ana

Ana Muela Sopeña dijo...

Solemos pensar que nuestros deseos serán satisfechos buscando en el exterior. Pero en realidad sólo dentro de nosotros están las respuestas. Nadie puede darnos lo que ya está dentro de nosotros.

Un beso muy grande
Ana

Unknown dijo...

Gracias.

Por ser el fuego que queda tras el humo sin cordura en su suicidio.

Por tu mano que es tu sombra entre mis manos.

Por la inmensidad de la locura que en la esencia de la nada carece de significado, y sin embargo alberga momentos sucesivos de un embrujo de fuego inextinguible.

Gracias por el fuego, Ana, por la luz, por el calor, por tu resplandor en los espacios insomnes.


Un beso aliado con la vida.
Manuel