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El nombre del amor nunca se olvida.
A veces su adn se desangra en nudos de silencio,
su piel es amasijo que desteje
las caricias de un sueño avergonzado,
tatuaje con sombras de quietud,
crisálida del sur en tu epidermis
que vuelas,
mariposa en el exilio.
La voz de los amantes no se pierde,
es música desierta,
acorde de memoria en la pasión
que un arpegio pronombra
transparente, sutil,
como un suicidio leve...,
la llama inextinguible que me quema
con el fuego que brota de lo amado
flamante, inmemorial,
cartílago de espera.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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La sobriedad espiritual
Es un segundo de inocencia
Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
Noches de luna ll...
Hace 3 horas
2 comentarios:
volver a nombrarlo es volver a sentir
como el verbo al silencio...
Gracias por venir, Emma.
Un abrazo
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