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Es tan ciega la luz que nos contempla,
tan tenue la visión de sus razones
cuando tiembla en ti su libertad
mi presente convexo...
Es frágil la materia del cristal
si desnudo me observas,
diminuto en la sombra que se duerme
sobre un héroe muerto.
Aquel espejo falso
cuya imagen confunde mi vida si te alejas,
inerme, desvalida,
aguijón transparente del olvido.
Tu alma es pura y blanca,
culpable del amor en las esferas,
arcoiris fluyente del tiempo que deseo:
toda tu infinitud,
tu diosa en mi interior,
el mar del universo que nos bebe,
oleaje de sed,
insomne sinrazón en nuestra roca,
naufragio interminable.
Manuel M. Barcia
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