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Ya no escuchan las olas
el grito inexplicable
que arrumba la marea por abismos de sal.
El eco de la lluvia
impregna de ausencias un adiós
bajo nubes grisáceas
que observan el trasmallo a contraluz.
Su vuelo surca inmóvil
los anclajes de brisa
que vientos del azar aprisionan de calma.
Azul la soledad de su plumaje,
oceáno en alféizar de alas enfermadas
por bucles de dolor.
El aire será único alimento,
el brillo de la luna su timón,
extensa la visión de su mirar,
ojo en lejanía hasta el confín,
silencio de ultramar,
hambre de gaviota.
Manuel M. Barcia
En la perversidad de amarnos
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Me gustan tus labios,
Tus manos y esas uñas,
Para verte acariciar mi sexo,
Con tus labios vinotinto,
Mi delirio
Te acaricio
Humedezco mis...
Hace 1 hora
2 comentarios:
Las gaviotas siempre surcan los mares, nunca se van.
Concha dixit.
A veces peregrinan tierra adentro, y añoran las mareas...
Lucas dixit
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