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Apostamos a impares en el rojo,
por ver si la ruleta
unía con pasión nuestras mitades,
para que alguna vez se detuviera
el juego que giraba en nuestros sueños
color de mezquindad.
Acaso aquella suerte
no fuera el corazón de los perdidos.
Y no quiso arriesgarse
en sinos tan oscuros
con señas del amor en su fortuna.
Manuel M. Barcia
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Hace 2 horas
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