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Fue mano empozoñada del furor
de una bestia indecente.
Puñal atravesado en corazón
de un cuerpo que interroga al caer
por qué la muerte llega, cruel e iracunda,
después de tan inútil convivir
con un maltratador donde el alma no cabe,
mientras los hijos lloran
desconsoladamente
tan brutal homicidio
y miran alejarse a su madre,
ataúd de mujer,
la sombra de una luz desorientada
testigo de violencia secular,
negación de un te quiero.
Manuel M. Barcia
Entre las hayas celestiales: tres poemas de Alba Seoane
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SEDIMENTO
El amor de las rocas está escrito
circula como los efluvios
por su piel áspera
lo escuchan al atardecer
perros famélicos
lectores de huesos y...
Hace 2 horas
4 comentarios:
Así es Manuel. Incomprensible sobre todo. Terrible y no sabemos ni qué hacer.
Un abrazo.
Difícil encontrar la solución por más que arraigue el grito en la conciencia, sí...
Gracias por ser voz que la ahonda de esperanza, Ble.
Un beso
¡Qué pena qu haya que componer poemas de esta índole !
¿Cómo pueden maltratarse dos seres ? ¿Nos estamos convirtiendo en alimañas?
Que sea éste, el último grito qu se produzca en nuestras gargantas sobre este tema.
Concha dixit.
Ojalá, Concha.
Un abrazo
Manuel
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