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Del tiempo en mis ruinas concebiste
el pulso nigromante del mistral,
parásito en la herencia.
El sueño tan cercano de una niña
fue amor por descubrir,
fulgor de irrealidad tras los espejos.
Y fuimos soledades hacia el sur,
patrimonio de nadie,
sólo genes del viento,
un flujo porvenir de la memoria
y en su vientre
suicidio.
Manuel M. Barcia
La jardinera
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Penden tus encajes de la niebla rota, más atrás el aullido
que brotó de los campos sin paz, vibra el tesón de la rueca
con los alfileres de la virtu...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Espléndido y certero.
Besos.
Gracias por tu viento de azul mediterráneo, Paloma.
Un beso
Manuel
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